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jueves, 22 de mayo de 2014


Los aguaceros de mayo ponen tan en evidencia las fragilidades de nuestras comunidades, que a los residentes en la ciudad nos cuesta bastante apreciar la manera en que también son favorecidas las tierras de nuestros campos.
Nada como la lluvia para devolver la fertilidad a nuestros suelos y con ello la productividad a nuestros campos.
Por eso se cree que quien se moja con la primera llovizna de mayo es bendito. Por alguna especial causalidad me tomé un trago de las primeras aguas del mes quinto. Los siguientes versos nacen de esa experiencia y de un encuentro casi fortuito.

"Tu llovizna, mi primicia"

Perdía sus alas la esperanza
cuando me acerqué a tu noche
ya libre de ansias.

Me abandonó la ebriedad de tu amor incierto
que alienó mis sentidos, me arrastró a tu desierto.

Una copa de cordura relevó a la locura
con que quise descubrir tus virtudes de campo
en tu mirar de encanto.

Azuzó mis llamas el encuentro casi fortuito
en que aprecié apacible tu espíritu libre.

Me sedujeron nuevamente la simpleza de tu esencia,
tus silencios atentos y tu gracia fresca.

Sentí que el arroyo de tus palabras corría a mi favor,
que a mi llegada intrusa perdiste el temor.

Dio vida a mi ilusión de infante,
el recuerdo de los tuyos cuando visité, atrevido,
tú pueblo distante.

Pronto volví a verte tras el abrazo de mi despedida.
El color de los criollismos tuyos
me supo al manjar de una fiesta para la alegría mía.

Los cielos le sonrieron a nuestro bonito rato.
Lo supe cuando en tu partida
del mes quinto, en su primer día,
nos bañaron las primicias de tu lluvia fría. ed*

Publicado por el HOYDIGITAL: 
http://hoy.com.do/poesia-tu-llovizna-mi-primicia/

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